Amigas y amigos:
La grave crisis económica que estamos sufriendo ha provocado un pánico terrible en los ciudadanos y ciudadanas que nos ha traído la pérdida de valores republicanos, como las libertades públicas y democráticas del derecho a la discrepancia, del derecho al librepensamiento y del derecho a la libertad de manifestación.
La pretensión de que el pensamiento único es una ventaja debe ser combatido con todas nuestras fuerzas. Lamentablemente, las diversas religiones, tan deseosas del pensamiento único, el suyo por supuesto, están intentando progresar en este contexto de crisis ofreciendo sus mágicas respuestas, que no soluciones, a aquellos y aquellas que no hemos sabido, o no hemos podido, arrastrar hacia el racionalismo y la laicidad.
La laicidad supone siempre el respeto hacia el pensamiento de los demás, por eso da tanto miedo a la derecha política y económica y a las religiones, especialmente a las llamadas “de libro”: los judíos, los cristianos y los musulmanes. Sus dogmas son tan frágiles que no resisten el debate racional y público, prefieren las dictaduras y los pactos con el poder.
Aquí tenemos un ejemplo de los pactos entre la religión y el estado, el llamado concordato, acuerdo entre una fantasmagórica e inexistente “Santa sede” y Francia, solo se mantiene vigente en Alsacia y Mosela, en el que la iglesia obtiene todas las ventajas y no da nada a cambio, excepto quizás rezar para que los políticos que le apoyan vayan al cielo, que precio más bajo!!!
La Iglesia católica, que tiene un dios que es uno y trino (tres) a la vez, defiende la unidad y la separación al mismo tiempo, intentando ocupar todos los espacios y estar siempre en el bando de los vencedores. Nosotros solo aceptamos la unidad libre y democráticamente aceptada por los pueblos. La diversidad, que es un elemento social enriquecedor, debe ser protegida.
La unidad es buena cuando es respetuosa con la diversidad. El librepensamiento es el derecho a la concurrencia de diversas ideas que pueden ser complementarias o simplemente compatibles, la laicidad es el respeto a las ideas, a todas las ideas sin excepción, pero sin permitir que una se imponga de forma irracional a las demás y la democracia es el mecanismo para vivir en comunidad sin hacer desaparecer a los que discrepan, sino más bien aprovechando todo aquello que nos ofrece la capacidad de pensar racionalmente, que nuestro cerebro, producto de una evolución de millones de años, sea capaz de producir en bien de la comunidad.
Pero todos tenemos derecho a decidir nuestro futuro, individual y colectivamente, sin aceptar las imposiciones de creencias y dogmas que no tienen otro fundamento que la supuesta opinión de unos dioses que nunca dan pruebas de su existencia. Las religiones, y en nuestro caso la católica, siempre desea privilegios como los que tiene aquí, en contra de los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos y ciudadanas, confundiendo a la gente mediante la manipulación de lo que son las virtudes republicanas de libertad de conciencia, laicidad y democracia, colocando como derechos sus privilegios en educación, ejercito, etc. y viviendo del dinero público
En España estamos trabajando, entre otros aspectos, en la derogación de la ley de Libertad Religiosa, favorecedora de los privilegios de la iglesia católica, y su sustitución por una ley de Libertad de Conciencia que realmente ponga la laicidad en el centro de la sociedad. Será una batalla larga y difícil, pero al final la ganaremos.
También estamos impulsando una reforma del código penal para que sea suprimido el delito de blasfemia. Se ha elaborado una propuesta de texto y pronto será presentada a diversos partidos políticos para que la gestionen. También será una batalla difícil, pero la ganaremos.
La derogación del concordato de Alsacia y Mosela seguramente también será una batalla difícil, pero estoy seguro que también la ganaremos.
Como aun gritan los jóvenes, hoy ancianos, que participaron en la brigadas internacionales, durante la guerra de España y en la guerra de liberación del nazismo de Francia: “VIVA LA LIBERTAD”
Estrasburgo, 4 de mayo de 2013