TERTULIA DE FEBRERO

El tema propuesto era sugerente: ¿Es el ateísmo una opción personal o debe extenderse a un compromiso social? Como es habitual, hubo opiniones para todos los gustos. El abanico de opiniones fue extenso y comprendía desde posturas muy radicales que consideraban a las personas religiosas como enfermos mentales a los que convenía liberar, hasta otras más moderadas, que no aceptaban este planteamiento y defendían la libertad de conciencia. En general, las intervenciones de los contertulios se ciñeron al tema propuesto, aunque también hubo momentos en que alguno expuso tesis muy personales, que, por muy agudas que fuesen, se desviaron algo del mismo.

Cabe señalar que en general, con las naturales matizaciones, hubo acuerdo en que la difusión del ateísmo difería radicalmente del concepto de apostolado al carecer del carácter "salvífico" que impregna la actividad propagandista religiosa. Que el ateísmo era una opción personal estaba bastante claro, lo cual no impedía ser también -y simultáneamente- un compromiso social, también. Este compromiso, distinto al apostolado, debía plasmarse en una lucha defensiva y ofensiva. Defensiva contra los ataques de que somos objeto (exacerbados recientemente por las propuestas papales, que hace verdaderas piruetas retóricas tendentes racionalizar lo irracional); y ofensiva para conseguir una sociedad laica, tal como la define la Constitución.

De acuerdo con estos principios, el "enemigo" no sería Dios, sino la Iglesia.

La tertulia concluyó, pero algunos de nosotros continuamos charlando en una animada cena, que culminó con la desagradable sorpresa de la denuncia de un meapilas contra el local. Se ve que el hombre se había enterado de nuestra reunión y acudió en plan guerrero y clandestino. Como no pudo evitar la reunión porque el dueño del local no hizo caso de su advertencia, pretendió presentar una denuncia porque uno de los contertulios (el que esto escribe) fumó después de cenar (antes de cenar sólo se fumó en la calle porque a un contertulio -que se marcho antes de la cena- le molestaba el humo). Por suerte, el encargado del local logró la indulgencia plenaria del meapilas y consiguió que no lo denunciara, pero esto nos obligara a buscar otro local donde podamos debatir libremente, sin que los cristianísimos beatos puedan boicotear las próximas tertulias.

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