Al Concilio Ateo celebrado en el Círculo de Arte de Toledo, del 7 al 9 de diciembre de 2007 asistieron unas 100 personas. La celebración del Concilio ha servido para movilizar a un grupo relativamente limitado de personas y llegado a un número algo más amplio, convencidas todas ellas de la bondad de nuestros planteamientos y de nuestras ideas. Pese a no estar claramente identificados los objetivos hubo algunas aportaciones muy interesantes.

Agustín Izquierdo, filósofo, hizo una valerosa defensa del racionalismo filosófico frente a los radicalismos irracionales de los fundamentalismos.

Gonzalo Puente Ojea, ateo, hizo una excelente exposición del debate actual sobre el ateismo y el ya clásico debate entre racionalismo y creencia, con las últimas aportaciones de teólogos y librepensadores.

Albert Riba, Presidente de la Unión de Ateos y Librepensadores, expuso una larga ponencia sobre cómo son y cómo funcionan los fundamentalismos, trufada de ejemplos y hechos históricos. Finalmente hizo unas propuestas de desarrollo del movimiento laicista y ateísta basadas en la unidad de acción y los proyectos compartidos de las diversas organizaciones y personas ateas, laicistas y librepensadoras, superando los personalismos y el sectarismo.

Participaron también de forma destacada Juan Antonio Aguilera Monchón, bioquímico, sobre si la ciencia es atea; Leo Bassi con su descarnada denuncia del integrismo religioso; Chimo Fernández de Castro y Trinchería, con un resumen de su libro "El Cristianismo desmitificado" (lamentamos su ausencia personal por motivos de salud y esperamos su pronta recuperación). Otros participantes con aportaciones interesantes fueron: Víctor Alarcón Viudes, sociólogo; Jocelyn Bézecourt, astrofísico; Anita Werner, de la Bund gegen Anpassung; Juan Francisco Gonzalez Barón, de Europa Laica; José Antonio Moreno Montoya, fotógrafo; y Fernando Barredo de Valenzuela, Presidente del Circulo de Arte de Toledo.

Todos ellos presentados por Paco Miñarro Presidente de la FIdA, organizadora del Concilio.

Si se nos pidiera que especificáramos qué aspectos son mejorables, diríamos que para futuras ocasiones debería buscarse una mayor complicidad de todas las organizaciones de ateos, agnósticos y librepensadores en la definición de los objetivos, en la ejecución de los actos y en la valoración final. Otro de los aspectos a cuidar es la necesidad de que los elementos definitorios del evento lleguen nítidamente a aquellos ciudadanos que, siendo hoy tibiamente favorables a las tesis de las jerarquías religiosas, son susceptibles de admitir nuestros planteamientos para avanzar hacia una sociedad laica.