EL INVENTO RELIGIOSO (Julio César Zameño López).
Somos nosotros, los seres humanos, los que debemos resolver nuestros problemas, esto es algo que no se puede delegar en nadie más, cuando ellos son grandes o no los entendemos, y por ello nos dan miedo, recurrimos de manera inconsciente a transferir su resolución a seres sobrenaturales que inventamos y a los que les atribuimos poderes que obviamente nosotros no tenemos y ellos tampoco (que saben todo, que están entodas partes y lo pueden todo), así aparece Dios y la religión (y si el mundo no corresponde en todos los aspectos a nuestros deseos ¿es culpa de la ciencia o de los que quieren imponer sus deseos en el mundo?. Carl Sagan), para adaptarse a las necesidades no satisfechas del hombre. Pero pagamos un alto precio, nos dejamos esclavizar, limitando la acción humana que nos corresponde y así nos quedamos sin libertad (argumentar con una persona que ha renunciado a la lógica, es como dar medicina a un hombre muerto. Thomas Paine). Somos nosotros los que nos volvemos presos y nos ponemos los grilletes por no pensar, lo malo es que algunos, por no decir una gran cantidad de personas, no están conscientes de ello, y por eso no saben que pueden liberarse, además, ni lo intentan a sabiendas que nada es más cuestionable que el dogmatismo, la rigidez y el fanatismo. Muchos necesitan creer porque no han logrado imponer su propio entendimiento a si mismos y caen en la religión, apartándose de la ciencia (La ciencia es siempre profunda y simple. Son solo las verdades a medias las que son peligrosas. George Bernard Shaw). Nietzsche decía: "No se necesita la religión, pues la felicidad y la seguridad radica en el ser mismo".
No es suplicando o haciendo genuflexiones y lamentándonos como resolveremos lo que nos toca hacer, sino actuando sobre nuestra vida y nuestro entorno. No se acepta fácilmente que otros se puedan sentir autorizados a hablar por nosotros, a dirigir nuestra forma de pensar o establecer nuestras pautas de conducta. Dado que este problema religioso nos viene de lejos, algunos desde entonces ya trataron, y con mucho éxito, de ser los intermediarios, para así controlar nuestra voluntad personal (No hay más tinieblas que la ignorancia. William Shakespeare). La religión es un producto mental del temor y la esperanza humana, aunque Voltaire decía que la religión era un invento de los curas para explotar a la humanidad. La teología popular es una enorme incoherencia que proviene de la ignorancia. ¿Habrá algo más rebuscado que la teología dogmática? (Los dioses existen porque la naturaleza misma ha impreso el concepto de ellos en la mente de las personas(?). Cicerón). Tal como sucede con el martirio que no prueba que sea verdad lo que la persona piense o crea para sacrificarse, así mismo no depende el ser honrado, bueno o decente, de nadie o de alguna religión, sino de nosotros mismos, no busquemos fuera la verdad que solo podemos encontrar dentro de nuestra mente. Dice José Egido: Si renunciamos a afrontar serena y meditativamente la profundidad del abismo de nuestro propio silencio y a encarar sin pánico ni histeria la soledad que habita en el fondo de nosotros mismos, La única alternativa que nos queda es la superficialidad la ligereza, el consumo compulsivo, la desazón de un deseo desorientado y ciego que mariposea de objeto a objeto, o quizá sin mas, de fulgor en fulgor. Se trata de una falsa escapada, de un camino seguro hacia la frustración, el vacío y sin sentido. Sin duda, nadie nos va a librar de beber en soledad el cáliz amargo de la angustia (y aun quizá del abandono) ante los mas hondos problemas de la vida.
Título: El invento religioso.
Autor: Julio César Zameño López.
ISBN: 84-609-7188-0